Educación alimentaria en el hogar

17 de Junio de 2020
Tiempo estimado de lectura: 3 min

Los tres pasos para conseguir hábitos alimentarios saludables en familia
  • Establecer un modelo familiar saludable
El modelo educativo de los adultos en el hogar implica que los cuidadores permanezcan atentos a las necesidades y señales de los más pequeños, hagan elecciones saludables y respondan con sensibilidad y de manera oportuna sus necesidades.
Un control por parte de los adultos demasiado estricto o excesivamente permisivo, presenta una asociación directa con la aportación no adecuada de alimentos. De hecho, tanto la presión excesiva que fuerza a consumir alimentos saludables como una restricción absoluta para alimentos ricos en calorías, induce a largo plazo una aportación más elevada de energía.
  • Compartir e implicar al grupo familiar en las decisiones alimentarias
Hoy se preparan menos comidas en el hogar y menos como grupo familiar, lo que favorece la pérdida de oportunidades para modelar y supervisar la comida infantil. La pérdida de habilidades culinarias, los preparados listos para tomar a cualquier hora y el consumo individualizado pueden inducir hábitos inadecuados. De hecho, los expertos aconsejan las comidas en familia como un importante ritual diario que favorece la adquisición de hábitos alimentarios correctos. Por esto, siempre que se pueda, se aconseja compartir las comidas y las tareas relacionadas con la compra y la cocina, buscando la "familiarid" y la aceptación definitiva de alimentos por parte de los niños/as. Como ejemplo, en la guía ilustrada de la Dieta Mediterránea, aparece la mesa familiar en la base de la pirámide como ejemplo de una buena práctica.
  • Respetar la capacidad natural de regular el apetito y evitar la sobrealimentación
Por último, la sobrealimentación y el consumo ilimitado de alimentos en cualquier momento y lugar va en contraposición con la capacidad natural de compensación y de regulación de la aportación alimentaria en las primeras etapas de la vida. En esta circunstancia, los cuidadores deben ser capaces de respetar y favorecer dicha capacidad para regular la aportación, presente de una manera natural en la primera infancia y que poco a poco va mermando con la edad. El estímulo continuo al consumo de alimentos, aun en ausencia de hambre, los alimentos como premios o como proveedores de satisfacciones inmediatas y los entornos "suntuosos"  favorecen la obesidad infantil. Este estilo de crianza es cada vez más frecuente en la actualidad.
 
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